Bio: Escritura Incurable
Mónica Prelooker por aquí, mucho gusto.
La foto es vieja, del 2008, pero lo que menos importa es que se me vea la cara, o cómo me veo ahora. La elegí porque muestra algo que tiene mucho más que ver con quién y cómo soy que mi cara: dónde vivo.
San Carlos de Bariloche, en la Patagonia argentina. El lugar que amo, donde soy libre, y que me permitió crecer y desarrollarme tanto a nivel personal como artístico.
No importa si estoy encerrada en mi casa a la madrugada, sentada ante la computadora tomando hectolitros de mate y fumando como una locomotora. Desde que me mudé a Bariloche en 1994, por dentro, siempre estoy como en esta foto: absorbiendo el entorno maravilloso que me rodea, nutriéndome de él, permitiéndole renovarme, invitándome a disfrutarlo.
Nací allá por 1970 en Banfield, provincia de Buenos Aires, en una familia de escritores y ratas de biblioteca. Leer y escribir siempre fue para mí actividades normales, cotidianas, como comer o dormir.
Antes que yo naciera, mis padres tenían un velero con el que corrían regatas en el Río de la Plata, y los dos sentían un amor profundo, irrevocable, por el mar que me transmitieron desde que era muy pequeña.
La combinación del amor de mi madre por el mar y por la literatura hizo que cuando yo aún no sabía leer, ella me leyera las novelas del gran Emilio Salgari antes de dormir. Así fue que conocí, entre otras, sus historias más renombradas: la saga de Sandokan y la del Corsario Negro.
Mi madre lo ignoraba, pero había sembrado en mí no sólo sus dos amores, sino una inquietud que jamás me abandonaría: escribir.
Tenté mis primeros pasos antes de los doce años, llevada por la curiosidad de saber cómo serían esas historias que tanto me gustaban conmigo en ellas. Y conocí la fascinación y la satisfacción escondida en las hojas en blanco, que sólo esperaban que volcara en ellas lo que mi imaginación sugería.
Desde entonces, nunca dejé de escribir.
Exploré géneros y formatos, exploré escenarios y voces.
Escribir, para mí, sigue siendo como comer o dormir: si no lo hago, siento una ansiedad que acaba transformándose en un malestar físico. Una vez que una historia se instala en mi cabeza, no tengo más alternativa que escribirla.
Hacer música, más precisamente pop rock, solía ser mi otra pasión. Pero como escribo mejor de lo que compongo, di salida a mis aspiraciones musicales a través de historias sobre músicos, cómo no.
Comencé a publicar mis historias en internet hace unos diez años, en mis blogs.
Y mientras tanto, me casé, tuve a mi hijo Manuel, viví 3 años en México, volví a Bariloche por 5 años, me fui a Buenos Aires por 3 años, volví a Bariloche. Ufff, sí, ya sé, vida agitada. No puedo con mi genio. Pero siempre termino volviendo. No puedo pasar más de 3 años lejos de Bariloche.
Mi hijo y yo antes de irnos a Buenos Aires en 2010 |
Para entonces, las plataformas sociales se habían desarrollado lo suficiente para que aparecieran algunas dedicadas exclusivamente a lectores y escritores.
Así llegué a Wattpad.
Para quienes no estén familiarizados con esa plataforma, tiene más de cien millones de usuarios en todo el mundo, en más de una docena de idiomas.
Una vez al año, la plataforma organiza su concurso oficial, los Wattys, en el que participan literalmente cientos de miles de historias.
En el 2018, Los Caídos ganó los Wattys en la categoría Revelación, en la que compitió con otras sesenta mil historias. Y en el 2019, La Herencia ganó los Wattys en la categoría Ficción Histórica.
En este momento, las versiones revisadas y corregidas de ambas historias se pueden encontrar en Amazon, en formato físico y digital.
Sin embargo, versiones anteriores siguen disponibles para leerlas de forma gratuita en las plataformas Wattpad y Booknet.
A aquellos que se aventuran con mis historias, sólo puedo decirles que si las disfrutan la mitad de lo que yo disfruté escribiéndolas, considero que cumplí mi misión de narradora.
Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer esto, y mis ficciones.
Su tiempo y su atención es el regalo más grande e importante que pueden hacerle a un escritor. Que me permitan llegar a ustedes, atraparlos, inspirarles emociones o reacciones, es un privilegio que me llena de gratitud.
Mónica Prelooker